Lanceloto – tal su nombre originario – Avelino nació en Castronuovo di Sant’Andrea (Italia), en 1521. Sus padres fueron Juan Avelino y Margarita Apelli. Después de los primeros estudios, se formó en jurisprudencia y fue ordenado sacerdote, ejercitando, durante cierto tiempo, el oficio de defensor de diversas causas en el foro eclesiástico. Sin embargo, habiendo experimentado que ese ejercicio profesional ponía en peligro su vida espiritual, decidió dedicarse enteramente al ministerio sagrado. En este ámbito, llevó adelante con celo apostólico el servicio a Dios y a las almas, hasta el punto de poner en riesgo su vida física. Recibido en la Casa Teatina de San Pablo el Mayor de Nápoles, tuvo por Maestro de Novicios al Beato Juan Marinoni y por compañero al Beato Pablo Burali. Hizo su profesión religiosa teatina el 25 de enero de 1558, tomando el nombre de Andrés. A los tres votos religiosos conocidos, a saber, castidad, pobreza y obediencia, agregó el de renunciar decididamente a la propia voluntad y progresar incesantemente en el camino de la perfección evangélica.
Hombre virtuoso y justo, sacerdote pleno de unción y religioso denodadamente observante, se empeño con todas sus fuerzas en la atención de los fieles de diversos sectores sociales, descollando como confesor y director espiritual, particularmente de miembros de la nobleza y de funcionarios públicos. Se desempeñó, a su vez, con esmero en el oficio de Maestro de Novicios y en otros menesteres que la Orden Teatina le confió.
Colaboró con San Carlos Borromeo en la arquidiócesis de Milán, para aplicar las reformas del Concilio de Trento en esta jurisdicción eclesiástica, haciendo lo propio con el Beato Pablo Burali en la diócesis de Piacenza.