La embajada en España y la Inquisición en Nápoles. (1)
Había surgido una viva controversia entre la ciudad de Nápoles y el Virrey, que gobernaba en nombre de España. Se trataba de enviar un embajador al rey Felipe II para pedirle que no implantara la Inquisición en el reino napolitano y que no confiscara los bienes de los herejes, sino que los dejara a sus herederos legítimos.
Ciudad y virrey no se ponían de acuerdo sobre el nombre a designar. El embajador, que gustaba a la ciudad, no gustaba al Virrey y el que eligió al Virrey no gustaba a la ciudad. Al final, la elección recayó en nuestro Don Paolo, que se ganó la aprobación de todos. Pero él (por sed de aniquilación) quiso eximirse de la tarea y recurrió al Papa Pío IV, que se la impuso por obediencia mediante un Breve especial. No pudo sustraerse al mandato del Pontífice. Me hubiera querido como compañero de viaje, pero los Superiores no le dieron permiso, pues yo era el maestro de novicios. Iban con él el Padre don Pietro Caputo y don Lucio Boccapianola, mi hijo espiritual, de quien me dijeron lo siguiente.
Cuando el Padre don Paolo Burali llegó a la corte, fue recibido por el Rey con honores festivos. Los festejos fueron más solemnes que si hubiera llegado el Gran Duque de Florencia u otro gran señor. Todos los hombres de la corte exclamaron. «He aquí el espejo de la humildad». (Porque había rechazado los obispados que le ofrecía el rey).
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Oración
Oh Dios, que manifestaste en el Beato Pablo Burali los múltiples y admirables caminos de tu llamada a la perfección cristiana, concédenos el consuelo de su celestial protección para seguirte de todo corazón. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
(se hace un pequeño silencio para pedir la gracia que cada uno lleva en su corazón)
Padre nuestro, Ave María y Gloria
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Pensamiento del Beato Pablo Burali:
«La vida religiosa es el camino más seguro para vivir bien y feliz; es una guarnición muy sólida de paz, una garantía segura para no temer lo que todos temen, es decir, el último día de la muerte» .
Q. P. R. D.