Compartimos el reporte del P. Provincial de los Teatinos de Argentina, el P. Pedro M. Romero, en el que comparte la experiencia vivida junto a los formandos, tras la dramática situación causada por el incendio que ha asolado buena parte de la provincia de Corrientes.
A causa de una gran sequía, las altas temperaturas, la falta de lluvias, y la biomasa de vegetación sin humedad, lo que provocó y sigue provocando catástrofes naturales en la zona norte de Argentina, especialmente la provincia de Corrientes.
Más de 800.000 hectáreas incendiadas, casas y pueblos incendiados, animales autóctonos y ganaderos muertos y la producción de forestación en pinos y eucaliptos y madera destruidas.
Los grandes protagonistas fueron la gente del lugar y los bomberos voluntarios que lucharon incansablemente contra el fuego para salvar a los pobladores y los animales. De otra parte, se sufrió un gran abandono de parte del Gobierno y la política.
Frente a toda esta realidad, junto a los formandos de nuestra Provincia Teatina de Argentina, sentimos la necesidad de ayudar por medio de una misión solidaria. Tenemos una casa en Empedrado Corrientes que la animan los padres Teatinos P. Mario Giménez, cr superior y párroco y P. Enrique Alfonso, cr. Llegamos con los aspirantes y juniores para ayudar desde la fe, cercanos a los que sufren y alentando esperanza frente a tanta tristeza que provocó esta catástrofe.
Llegamos al paraje (asentamiento rural) de Bajo Lomas en Empedrado Corrientes. Visitamos las familias, bendecimos sus casas, dialogamos con la gente sobre los problemas que vivían. Por la tarde los reuníamos para compartir la Palabra de Dios, jugar con los niños, los jóvenes y celebrar la misa.
La experiencia de esta misión dejó huellas en el corazón de nuestros formandos; Facundo Martínez, Santiago Maulen, Hno Santiago Daue y Hno Jeremías Aguirre C.C.R.R. y así se fortalece nuestro amor a la Iglesia y a la Orden. La misión es un llamado a la santidad. De la vida de Dios en cada uno, de la experiencia de saberse y sentirse salvado y amado por Jesús, surge la fe. Este amor en nuestro corazón nos impulsa a no callar lo que tenemos dentro y compartir el mismo sentir de san Pablo: «¡Ay de mí si no evangelizara!» (1 Cor 9,16).
P. Pedro Miguel Romero C.R.