El Diac. Diego A. Doldán, C.R. nos invita a reflexionar en este 3º Domingo de Cuaresma sobre «Un amor indignado. El amor al mundo se enfrenta a los mercaderes de la vida”. Fundamentado en el Evangelio de hoy, que nos presenta La Expulsión de los mercaderes en el Templo; y apoyándose en las bases del artículo 67 de la Carta Encíclica Fratelli Tutti, del Papa Francisco:
«Esta parábola es un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Toda otra opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en el camino. La parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos y levantan y rehabilitan al caído, para que el bien sea común. Al mismo tiempo, la parábola nos advierte sobre ciertas actitudes de personas que sólo se miran a sí mismas y no se hacen cargo de las exigencias ineludibles de la realidad humana”.